Béziers «¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!»

¡Menuda frase pronunció Arnaud Amaury! Lo hizo justo antes de empezar a cortar cabezas a los cátaros de Béziers, allá por el año 1209. Angelito… Visitamos la ciudad occitana y te contamos nuestra experiencia, pasada por agua aunque muy interesante

beziers

En nuestro viaje a Occitania: Cataros, castillos y pueblos con mucho encanto, no podía faltar una visita a esta histórica ciudad del sur de Francia. A veces, una localidad queda vinculada para siempre a un hecho histórico o una frase más o menos original. Para bien o para mal. Por los siglos de los siglos. En este caso, nos desplazamos allí desde Narbona, la tranquila y bella ciudad archiepiscopal, donde estábamos alojados.

Es el caso de Béziers, donde la historia quiso que en el siglo XIII se pronunciara la frase que encabeza este artículo. Ciertamente la misma no tiene nada de broma, igual que las circunstancias que la provocaron. Pero los hechos acontecidos en esta ciudad fueron tan macabros que la cita ha perdurado hasta nuestros días.

Un poco de historia de Béziers

Béziers es una ciudad muy antigua, con unos 2.700 años de historia. Por aquí han pasado tribus neolíticas, griegos, galos, romanos, visigodos y musulmanes. Pero sin duda, la historia más conocida de Béziers tuvo lugar en el siglo XIII durante la cruzada albigense o cruzada contra los cátaros.

Los cátaros consideraban una creación maligna toda la parafernalia, riqueza y boato de la iglesia católica. Defendían la existencia de los principios supremos del bien y el mal, siendo el primero el creador de los espíritus y el segundo el del mundo material. Por tanto, negaban la existencia de un único dios. Además, creían en la reencarnación… Y el colmo: eran vegetarianos (no comían carne ni cualquier derivado procedente de un animal).

Rio Orb y catedral de Saint Nazaire, vista des del Pont Vieux (Puente Viejo).
Rio Orb y catedral de Saint Nazaire, vista des del Pont Vieux (Puente Viejo).
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Naturalmente, ante semejantes sacrilegios, la iglesia católica se vio «obligada» a intervenir. Era la época en que empezaron las cruzadas. Resumiendo, las cruzadas eran guerras contra todo aquello que a la iglesia católica no le gustaba. Las más famosas, contra los musulmanes. Aunque también contra judíos, cristianos ortodoxos, mongoles, prusianos, husitas, valdenses y por supuesto, contra los cátaros.

El principio del fin de los cátaros empieza en 1208, cuando es asesinado Pedro de Castelnau, monje de la Abadía de Fontfroide, la precursora del monasterio de Poblet y legado papal en Languedoc. De su muerte es acusado Raimundo VI, conde de Tolosa, «reconocido hereje» al cual Castelnau había excomulgado el año anterior. 

El Papa Inocencio III aprovecha la ocasión para proclamar una cruzada contra los cátaros. Promete a los participantes la absolución de los pecados y promesa del paraíso para los muertos en combate. Y por supuesto, algo más… material. Las tierras «limpias» de herejes pasarían a ser posesión del cruzado que las hubiera conquistado. Por la patilla. —¡Ahí me has dao! (¡ici m’as donné!) debieron pensar muchos de los que se apuntaron…

¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!

Béziers tuvo la mala suerte de ser la cabeza de turco. Los cruzados decidieron que había que dar un buen escarmiento, para que las demás ciudades supieran a que atenerse. Así, el 21 de julio de 1209 los cruzados se apostaron delante de Béziers. Cerca de siete mil habitantes se habían refugiado en la iglesia de la Madeleine

En el momento de entrar a sangre y fuego para masacrar a los rebeldes, alguien preguntó cómo distinguir a los buenos católicos de los herejes cátaros. Entonces, el legado papal Arnaud Amaury, que había sido abad de Poblet (Tarragona) entre 1196 y 1198, pronunció la famosa frase: ¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!

Iglesia de la Magdeleine, en la plaza del mismo nombre.
Iglesia de la Madeleine, en la plaza del mismo nombre.
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Hubieron más asesinatos en la catedral de Saint Nazaire. Se incendiaron las iglesias para que no quedaran supervivientes. Se dice que ninguno de los 10.000 vecinos que por entonces tenía Béziers se salvó.

A ellos habría que añadir a los campesinos y cátaros procedentes de otras localidades que se refugiaron tras sus murallas, al enterarse de la inminencia de la guerra. Los cruzados ni siquiera respetaron a los curas, con sus vestimentas y crucifijos.

Toma de Béziers por los cruzados durante la cruzada albigesa – Paul Lehugeur (s.XIX).
Toma de Béziers por los cruzados durante la cruzada albigesa – Paul Lehugeur (s.XIX).
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Conquistada Béziers, la cruzada avanzó hacia ‘La Cité’ de Carcassonne, una ciudad de película única en Europa. La carnicería y el terror de Béziers causó efecto y casi todas las fortalezas y ciudades fueron capitulando sin ofrecer resistencia.

Llegamos a Béziers, siglo XXI

La Béziers moderna cuenta con casi 80.000 habitantes. Forma parte de la región de Occitania, cuya capital es Toulouse, y del departamento de Hérault, con capital en Montpellier, la ciudad natal del rey Jaime I el Conquistador. Visité Béziers con mi hijo de cinco años, una tarde después de haber visitado la Reserva Africana de Sigean.

Le expliqué que en la ciudad había un puente muy largo y antiguo, con una gran iglesia en lo alto de una montaña y un casco histórico muy bonito. Si acaso —pensé— lo de la masacre ya se lo explicaré cuando sea más mayor…

Sigean y Béziers distan unos 47 km entre ellos, la mitad por autopista. Unos 40 minutos. Circulando por la A9, se puso a llover. Cuando llegamos a Béziers, llueve a cántaros. Buscamos un sitio donde aparcar lo más cerca posible de nuestro destino —le Pont Vieux—. Lo conseguimos en la Place des Alliés, a unos 150 metros del puente.

La plaza donde aparcamos también nos parece gris y desangelada, como el día de hoy. Nadie por la calle —llueve—. Mientras esperamos que amaine, miro la previsión meteorológica en el móvil. Según dice, en una media hora debería hacer un sol radiante. En un momento de pausa, nos metemos en un bar de la misma plaza a esperar que la lluvia cese definitivamente.

Place des Alliés, en Béziers.
Place des Alliés, en Béziers. La foto está hecha cuando nos íbamos, con el cielo mucho más claro. Cuando llegamos nos dio una impresión mucho más triste.

Le Pont Vieux

El motivo de querer aparcar cerca del Pont Vieux no es otro que hacer LA FOTO. No una cualquiera. La imagen del Pont Vieux sobre el río Orb, con la catedral de Sant Nazaire al fondo es una imagen icónica. Como en París lo es la Torre Eiffel, en Nueva York la estatua de la Libertad o en Granada la Alhambra.

Incomprensiblemente, a pesar de que nos encontramos a dos pasos del puente, logro equivocarme, y empezamos a andar en dirección contraria. Recorremos casi 700 metros por la avenida Henri Galinier, una avenida que también es la carretera D612B. Las aceras son estrechas y están sucias.

Rotas, llenas de agujeros, hierbajos y vehículos de toda clase aparcados encima. La calzada está llena de charcos. Un coche que pasa a toda velocidad por nuestro lado pisa uno y nos deja majetes. Cuando me doy cuenta del error garrafal, nos damos media vuelta. Deshacemos el camino recorrido y efectivamente, a dos pasos de la Place des Alliés encontramos Le Pont Vieux. 

Otra imagen del Pont Vieux cruzando el río Orb, con la catedral al fondo
Otra imagen del Pont Vieux cruzando el río Orb, con la catedral al fondo. Una foto icónica…

El Puente Viejo de Béziers fue construido en una época anterior a 1134, fecha en que se encuentra mencionado por primera vez. Está clasificado como Monumento histórico de Francia desde el 18 de junio de 1963. A su lado, antes de cruzar en dirección al centro histórico, encontramos un parque que baja hasta el río. Es el lugar ideal para tomar la típica foto de Béziers.

De camino a la Catedral de Saint-Nazaire

Una vez hecha la buscada foto, cruzamos el río por el puente. No tenemos ningún mapa, pero como tenemos la catedral encima, nos guiamos por mi «fiable» sentido de la orientación. Pronto nos metemos por unas calles nada glamurosas. Julià dice que «le dan mala espina». Empezamos a subir hacia la catedral por unas escaleras que encontramos a nuestro paso. Quizás no es el camino más turístico, pero vamos bien. Pasamos por delante de la iglesia de San Judas.

Iglesia de San Judas.
Iglesia de San Judas.

Desde San Judas, nos dirigimos hacia la rue Canterelles. Mas que antigua, la calle me parece vieja. Comercios cerrados, persianas bajadas, casas viejas y desvencijadas… Pronto nos metemos por el estrecho Passage Cantarellettes hasta que llegamos a la Place de la Révolution. Hemos llegado a la parte posterior de la catedral, donde se encuentra el Palacio de Justícia.

La Catedral de Saint-Nazaire

Rodeamos el edificio, hasta llegar a la fachada principal. La catedral de Saint-Nazaire es , junto con el Pont Vieux, uno de los símbolos de la ciudad. Da más una impresión de fortaleza que de construcción religiosa. Se edificó en la parte occidental de la antigua ciudad medieval, en la cabecera de las murallas de la ciudad antigua, y sobre las ruinas de la antigua catedral románica quemada durante la cruzada contra los cátaros.

Sobre la puerta principal —actualmente en desuso— se encuentra un rosetón de 10 metros de diámetro. A ambos lados del mismo, dos torres fortificadas del s. XIV.

Catedral de Saint-Nazaire
Catedral de Saint-Nazaire.

No entramos. No sabemos por donde hacerlo, pero la verdad es que tampoco tenemos ganas y ni siquiera preguntamos. En su interior se pueden ver columnas y capiteles románicos, restos de la catedral románica. Se conservan pinturas de los siglos XIV y XV, de interés artístico. También un gran órgano del siglo XVII-XVIII.

El centro histórico de Béziers: Por fin sale el sol

Dejando de lado el imponente Pont Vieux y la catedral, de momento la ciudad no nos está gustando demasiado. Seguramente el día, nublado hasta ahora, hace que lo viejo se vea más gris y triste. Nos vamos de la catedral por el lado opuesto al que hemos llegado. Pasamos por la rue du Collège y llegamos a la place Pierre Semard. Allí se encuentra Les Halles de Béziers (el mercado cubierto).

Mercado cubierto —Les Halles— de Béziers.
Mercado cubierto —Les Halles— de Béziers.

Cuando llegamos a Les Halles sale el sol. Su aparición coincide con nuestra llegada a lo que me parece lo más bonito que hemos visto hasta ahora en Béziers, urbanísticamente hablando. Aquí las calles se ven más limpias, los edificios mucho mejor conservados. Se hizo la luz.

La iglesia de la Magdeleine

Enseguida llegamos a la iglesia de la Magdeleine. No solamente el día, la ciudad también ha cambiado. Ahora hay más luz y color. Todo brilla más. Parece que estemos en otra ciudad. La gente ha empezado a salir y a llenar calles y terrazas, hasta ahora vacías.

Al lado de la iglesiavemos una pequeña tienda de las de toda la vida, donde venden un poco de todo. Según un cartel en el exterior, tienen una «oferta» de latas de refresco frías a 1,50 euros. Entramos y compramos una Fanta de limón para Julià.

iglesia de la Magdeleine Béziers
Otra perspectiva de la iglesia de la Magdeleine.

Salimos y en la misma acera, nos sentamos en un escalón que delimita la entrada a un parking subterráneo. Justo delante tenemos la iglesia de la Magdeleine. La miro con respeto. No puedo dejar de pensar que allí mismo se produjo el mayor drama de la historia de Béziers, la masacre de cátaros en 1209. Miles de hombres, mujeres y niños. Luego la quemaron.

No entramos, pero leo que en la iglesia —actualmente restaurada— aun se pueden ver las cicatrices de ese fuego. Tremendo. Ya en dirección al coche, bajamos por la rue Pierre Flourens hasta la plaza Gabriel Péri. Allí se encuentra la Mairie (Ayuntamiento).

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Ayuntamiento —Mairie— de Béziers, en la place Gabriel Péri.
Callejeando por el casco antiguo encontramos esta perla.
Callejeando por el casco antiguo encontramos esta perla.

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Que más ver en Béziers

Solamente estuvimos una tarde en Béziers. Además, cuando llegamos estaba lloviendo y para más desgracia, perdimos un tiempo precioso cuando nos equivocamos de camino buscando Le Pont Vieux. Vaya, que no nos dio tiempo de visitar algunas cosas. Así que lo que viene a continuación NO lo vimos, pero lo pongo aquí porque si vais a Béziers deberíais visitarlo.

Si sois aficionados al tema, acercaos la Plaza de Toros, aunque que aquí las tenemos muy vistas. Se encuentra en la Avenue Jean Constans. Se construyó en 1897 y su actividad taurina solamente la interrumpió la guerra, entre 1939 y 1946. Está aproximadamente a 1,5 km y unos 20 minutos a pie de la plaza Gabriel Péri, donde está el ayuntamiento.

En la rue Saint-Jacques, a unos 500 metros de Le Pont Vieux en dirección contraria a la catedral de Saint-Nazaire,  encontramos la iglesia románica de Saint-Jacques. Está al sur del casco antiguo, y siempre ha estado fuera de las murallas. La fecha de su fundación es incierta. Algunos autores afirman que la fundó Carlomagno, otros que se construyó a principios del s.XII.

El Puente-Canal

El Puente-Canal (Pont-canal de l’Orb, Pont-canal de Béziers) se empezó a construir en 1854 y entró en servicio en 1858. Con ocho arcos, tiene una longitud de 240 mts., una anchura de 28 mts. y 12 mts. de altura. A ambos lados de la vía fluvial discurren caminos de sirga, y por debajo dos pasillos con arcadas.

Puente-Canal del Orb, en Béziers
Puente-Canal del Orb, en Béziers. Imagen: Wikipedia.

Lleva el canal du Midi (que conecta Toulouse con el Mediterráneo) hasta Béziers, cruzando el río Orb. Como su nombre indica, es un puente por donde en vez de pasar coches o trenes, pasan barcas. También peatones y bicicletas. Se encuentra a unos 600 metros río abajo del Pont Vieux, al lado del Pont d’Occitanie.

Las 9 esclusas de Fonseranes

De lo que no pudimos visitar, sin duda lo que más me dolió no ver son las 9 esclusas de Fonseranes (Les 9 écluses de Fonseranes). Es una de las obras más impresionantes —y la más grande— del canal du Midi. No en vano, es el lugar más visitado de dicho canal y el tercero de todo el Languedoc-Rosellón, detrás del Pont du Gard (cerca del pequeño pueblo de Remoulins) y Carcasona.

Imagen aérea de las esclusas de Fonserane
Imagen aérea de las esclusas de Fonserane. Foto: Oficina Turismo Béziers.

Se trata de una obra que originalmente contaba con ocho balsas o estanques, y nueve puertas (esclusas). Dispuestas en fila, permiten salvar un desnivel de 21,5 metros en una longitud de 312 metros, como si de una escalera se tratase. Es una obra única en la historia de los transportes fluviales. El conjunto forma parte de los Monumentos Históricos de Francia.

Esclusas de Fonserane Béziers
Esclusas de Fonserane. By Jeannearc [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], from Wikimedia Commons.

Las 9 esclusas de Fonseranes se pueden visitar todo el año de forma gratuita. Dispone de 400 plazas de aparcamiento, aunque en la mayoría de épocas del año deberemos pagar para aparcar. El precio incluye una audio guía que se debe recoger en la recepción de La Maison du Site, ubicada en el lugar. También encontraremos una área de picnic y un bar-restaurante.

En el recinto se ofrecen diversas actividades de pago: Audiovisuales, audio guía (disponible en español), cruceros de una hora, medio día o un día entero, así como alquiler de botes eléctricos. Además, entre finales de abril y finales de octubre se celebran diversos mercados, espectáculos, visitas teatralizadas, etc. ¡Hasta siempre, Béziers!

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2 comentarios en «Béziers «¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!»»

    • La verdad es que tuvimos mala suerte con el clima. Al llegar con un tiempo tan malo todo lo veíamos gris y desangelado. Influyó bastante que además aparcamos en una zona no especialmente bonita . En cuanto salió el sol, estando en el centro histórico la cosa cambió muchísimo. Todo veíamos más radiante y luminoso, más como se merece esta bonita ciudad con una historia tan impactante. En fin, nuestra experiencia fue la que fue, y así lo explico. ¡Muchas gracias por comentar Marina!

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