Albi, la bella cuna de la herejía albigense

Albi, la ciudad que dió nombre a la cruzada albigense allá por el siglo XIII, nos sorprendió muy gratamente. Alberga la catedral más grande del mundo hecha con ladrillos —espectacular— y su centro histórico es bonito, animado y alegre

El día antes de irnos de Toulouse, capital de Occitania y la Cité de l’Espace, visitamos Albi. Es una ciudad que teníamos marcada en la agenda como «posible visita», aunque hasta el último momento no nos decidimos a llegar hasta allí.

Albi fue la ciudad que más nos sorprendió de nuestro viaje por tierras occitanas, seguramente por no tener ninguna idea preconcebida de ella. Nos gustó hasta tal punto que en muchos aspectos la considero la ciudad más bonita de cuantas visitamos.

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El barrio de la Madeleine de Albi, en la riba derecha del Tarn, visto desde la rue Basse des Moulins, al otro lado del río.

Albi, la cuna de la herejía albigense

Seguramente la herejía albigense es una de las historias más conocidas de toda la edad media en Francia. Como te explico brevemente en el post Béziers: ¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!, los cátaros consideraban una creación maligna toda la parafernalia, riqueza y boato de la iglesia católica.

Así mismo, defendían la existencia de los principios supremos del bien y el mal, y negaban la existencia de un único dios. La iglesia consideró que tales creencias no eran más que herejías, y les declaró la guerra mediante la famosa cruzada cátara o cruzada albigense (s.XIII).

El nombre de cruzada albigense —igualmente conocida como cruzada contra los cátaros— viene dado por que la herejía tuvo su foco en la zona que forman Toulouse, Carcassonne, Beziers, Montpellier y Albi.

Albigense deriva de Albigés, una comarca histórica occitana cuyo centro era la ciudad de Albi. De la misma manera, se le llama albigés al simpatizante de las doctrinas cátaras, al ser Albi el centro de esta tendencia religiosa. Ahí queda eso.

Llegando a Albi

Albi está situada en la zona central de la región de Occitania, y es la capital del Departamento de Tarn, que también es el nombre del río que atraviesa la localidad. Tiene una población de poco más de 50 mil habitantes.

Desde 2010, la ciudad episcopal de Albi está inscrita en en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Se lo tiene bien merecido.

Salimos de Toulouse hacia las 12,30 del mediodía. Hasta Albi debemos recorrer poco más de 75 km por una buena autopista. Pan comido. Cuando llevamos algo más de medio camino paramos en una área de descanso, es hora de comer.

La susodicha está equipada con mesas y bancos de madera, fregaderos, wc y un par de máquinas de agua y refrescos. Nuestro menú, unos bocadillos de fuet y jamón serrano que hemos hecho a toda prisa en el apartamento. 

Llegamos a Albi hacia las 14,30h. Encontramos aparcamiento bastante fácilmente en la rue Emile Grand, cerca del Marché couvert (el mercado cubierto). La calle está casi desierta.

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El mercado (le Marché couvert) de Albi.

Le Pont Vieux

El Puente Viejo o le Pont Vieux, con la ciudad episcopal al fondo, era una de las fotos que tenía ganas de hacer en Albi. Al estilo del Pont Vieux de Béziers, con su catedral de Saint Nazaire en lo alto de la ciudad. Así que lo primero que hicimos en cuanto pusimos los pies en suelo albigés, fue buscar un lugar desde donde conseguirla.

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Rue de la Grand Cote.

Desde la misma rue Emile Grand, andamos cuesta abajo por la rue de la Grand Cote, que baja hasta el Pont Vieux. Atravesamos el puente hasta el otro lado del Tarn, donde está el barrio de la Madeleine. Una vez allí, enseguida encontramos un pequeño aparcamiento con unas bonitas vistas al río, desde donde podemos hacer la deseada fotografía:

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El Pont Vieux.

El Pont Vieux mide 151 metros de largo, y su nombre no es casual: se construyó hacia el año 1040. Tuvo dos puentes levadizos en los dos extremos, y en su centro una torre fortificada. En el siglo XVI, por encima de su calzada se construyeron casas y comercios, un tipo de construcciones frecuente en la edad media.

Con el paso de los años y los siglos fueron desapareciendo, y actualmente quedan muy pocos puentes habitados en Europa. Uno de ellos lo visitamos y cruzamos muchas veces, el Pont des Marchands sobre el canal de la Robine, en Narbona, la tranquila y bella ciudad archiepiscopal.

A raíz de una importante crecida del Tarn en 1766, las casas del Pont Vieux de Albi quedaron muy dañadas y las acabó comprando la ciudad, que las eliminó. Actualmente, el puente sigue siendo utilizado por peatones y vehículos.

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Barrio de la Madeleine, al otro extremo del Pont Vieux. Destaca el campanario de la Iglesia de la Madeleine.

Camino al centro histórico

Empezamos a andar hacia el centro histórico, deshaciendo nuestros pasos. Atravesamos de nuevo el puente, subimos por la rue de la Grand Cote hasta la rue Emile Grand, pasamos por al lado del Marché couvert y llegamos a la place de Saint Julien. Aquí hay algo más de ambiente, estamos a unos pasos del corazón de Albi.

Nos sentamos en una terraza. Me pido una cerveza muy fría y mi hijo Julià, contento porque le han puesto su nombre a una plaza tan lejos de casa, se toma una Orangine. Estamos tocando a la calle de Saint Julien, con sus bonitas casas de ladrillo y entramados y salientes de madera.

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Bonitas casas con entramados y salientes de madera en la calle de Saint Julien.

La plaza y la catedral de Sainte Cécile

Cuando acabamos los refrescos, ya descansados continuamos por la calle Saint Julien y salimos a la impresionante Place de Sainte Cécile. Este sí que es el centro del centro histórico de Albi. La preside la espectacular catedral de Sainte Cécile, con su campanario de 78 metros de altura. En la plaza, esquina con la rue Mariès, está la Oficina de Turismo.

La catedral de Sainte Cécile es la más grande del mundo hecha con ladrillo, lo que le da un aspecto, color y tonalidades excepcionales.

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Una foto bastante deficiente de la preciosa catedral de Sainte-Cécile de Albi. La cámara no daba para más…
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En esta se ven mejor las proporciones del templo. La foto es de la web oficial de la ciudad episcopal de Albi.

La catedral se empezó a construir en el siglo XIII, a modo de fortaleza que simbolizara el poder de la iglesia católica frente a la herejía cátara. El obispo de la ciudad Bernard de Castanet mandó poner el primer ladrillo el 15 de agosto de 1282. Se necesitaron casi dos siglos para acabarla, hecho que sucedió en 1480.

En su interior se pueden contemplar 18.500 m2 de frescos, pinturas y decoraciones, que la convierten la mas grande de Europa en cuanto a superficie pintada. También contiene uno de los órganos más bonitos y grandes de Francia (16,40m de largo por 15,30m de altura).

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Interior de la catedral. Se aprecia parte del gran órgano.

El mapamundi de Albi

En la Sala del Tesoro de la catedral se puede ver un facsímil del Mapamundi de Albi. La obra tiene un valor excepcional, ya que es una de las dos representaciones más antiguas del mundo, tal y como era visto en el siglo VIII (en el Vaticano existe otro de la misma época). El mapamundi está inscrito en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco.

Según este mapa, el mundo tiene forma de herradura, y se circunscribe únicamente alrededor del Mediterráneo. Cosas del siglo VIII… El documento original se conserva muy cerca de allí, en la mediateca Pierre-Amalric, en el barrio cultural de los Cordeliers, en la zona de la Place Lapérouse. Luego nos acercaremos hasta allí.

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Mapamundi de Albi. Imagen: mediatheques.grand-albigeois.

No se sabe quien es el autor del mapamundi de Albi. Como curiosidad, se cree que procede del sur de Francia o de España, dado el tipo de escritura que se utilizó en esas regiones hasta el siglo VIII

El palacio de los obispos o palacio de la Berbie

Salimos de la catedral y sin dejar la plaza, nos dirigimos al otro gran monumento de Albi, el palacio de los obispos o de la Berbie (berbie es una palabra que procede del occitano «bisbia» que significa «obispo»). El palacio forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de Unesco, dentro de la Ciudad episcopal de Albi.

El palacio se construyó en el siglo XIII, y es uno de los castillos más antiguos de Francia. Por su patio de honor (que fue a lo máximo que accedimos nosotros) se accede al museo Toulouse-Lautrec. Efectivamente, el pintor Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa (Albi 1864 – Saint-André-du-Bois 1901) es el personaje más famoso de Albi. El museo atesora la colección pública más importante del mundo de obras de Toulouse-Lautrec.

Otra parte interesante de visitar dentro del palacio son los jardines, construidos sobre lo que fue la plaza de armas. Desde el se pueden contemplar vistas panorámicas del Tarn, el Pont-vieux y el barrio de la Madeleine, al lado derecho del Tarn.

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El palacio de los obispos o de la Berbie. Por su Patio de Honor se accede al museo Toulouse-Lautrec.

La colegiata y claustro de Saint-Salvi

Tocando a plaza de Sainte Cécile encontramos la colegiata de Saint Salvi (s.XI). Se accede por la rue Mariès, en pleno corazón del casco antiguo. Una pequeña curiosidad sobre su arquitectura, que se puede observar a simple vista sin ser ningún experto: La construcción combina elementos románicos, donde se utilizó piedra, y góticos, donde la materia principal fue el ladrillo.

En su interior encontramos un órgano, obra de Christophe Moucherel en 1737, que entonces estaba en Albi construyendo el de la catedral de Sainte Cécile.

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En la iglesia se puede ver la utilización de piedra y ladrillo, en épocas diferentes.

El claustro se construyó en 1270. Fue maltrecho durante la Revolución Francesa, de manera que actualmente solo queda una de las galerías. Conserva la tumba de Vidal de Malvezi, que fue su principal promotor.

Estamos un rato disfrutando de la paz del lugar, y nos vamos por una puerta que desemboca muy discretamente en la rue de Sainte Cécile. La colegiata y el claustro también forman parte de la Ciudad episcopal de Albi.

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La galería superviviente del claustro de Saint-Salvi.

Callejeando por Albi

Visto lo más importante e imprescindible según nuestra modesta opinión, nos dedicamos a callejear un rato. En el centro histórico de Albi todo nos parecía bonito. Calles peatonales llenas de comercios, con bastante gente paseando pero sin agobios.

Todo muy luminoso, claro y limpio; las casas y edificios muy bien conservados. No cabe ninguna duda que una de las cosas ineludibles que hacer en Albi es pasear por las calles de su centro histórico.

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Entrada a la Place du Cloitre de Saint Salvy, en la esquina con la rue Mariès.
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Place du Cloitre de Saint Salvy.

La curiosa historia del conde Lapérouse

Saliendo del claustro de Saint-Salvy, continuamos paseando por la rue Sainte Cécile y la rue de Verdusse. Cruzamos el Boulevard Général Sibille y llegamos a la Place Lapérouse. La plaza está dedicada al marino Jean François Galaup, conde de Lapérouse. Su historia es curiosa. En 1785 el rey Luis XVI le encomendó una expedición comercial y científica alrededor del mundo.

Después de un largo periplo lleno de aventuras, la expedición naval desapareció y no se le volvió a ver, ni a él ni a ninguno de sus hombres. En 2005 se confirmaron oficialmente los restos que se habían encontrado en 1827 y después en 1964 de sus dos naves, cerca de Vanikoro (islas Salomón). Se puede visitar el Musée Lapérouse en el barrio de la Madeleine.

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Estatua de Jean-François de Galaup de Lapérouse, en la plaza que lleva su nombre.
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Place Lapérouse – Allée de la Culture. Al fondo, sobre los tejados, destaca la torre de la colegiata de Saint-Salvy.

A 600 km de Albi, en la localidad de Les Epesses (Pays de la Loire, département de la Vendée), se encuentra el famoso parque temático Puy du Fou, el parque temático de los espectáculos extraordinarios, donde una de sus atracciones es Le Mystère de La Pérouse. Ni idea de porque a veces se escribe separado (La Perouse) y a veces junto (Lapérouse).

El Gran Teatro de los Cordeliers y el barrio cultural de les Cordeliers

En la Place Lapérouse vemos a lo lejos un espectacular edificio, muy llamativo por su moderna arquitectura. Nos acercamos paseando tranquilamente hasta la misma puerta. Es el Gran Teatro de los Cordeliers, obra del  internacionalmente reconocido arquitecto y urbanista francés Dominique Perrault.

No entramos, pero sin duda es un equipamiento cultural que ya les gustaría tener a muchas ciudades del tamaño de Albi:

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El bonito edificio de la Scène Nationale d’Albi.

La Place Lapérouse es el epicentro del barrio cultural de Albi, le quartier des Cordeliers. Además del Gran Teatro, en sus alrededores encontramos una sala multicine, el centro universitario Jean-François Champollion y la mediateca Pierre-Amalric. En esta última se conserva el anteriormente citado Mapamundi de Albi, que raramente sale de allí, donde se conserva lejos de la humedad, la luz y el polvo.

La plaza Lapérouse también cuenta con una de esas fuentes que se han puesto de moda. Se las conoce con diversos nombres: «fuentes de suelo», «fuentes transitables», «fuentes secas» o «fuentes interactivas». En ella había unos cuantos niños jugando a esquivar los chorros de agua que salían del suelo. Se lo pasaban en grande, y me costó dios y ayuda convencer a Julià para que no se metiera allí, ya que el remojón estaba asegurado.

De regreso a Toulouse

Ya de vuelta hacia el coche, paramos en una pequeña tienda a comprar un helado. Luego continuamos callejeando y disfrutando de esta ciudad que nos ha encantado. Pero ya es tarde y debemos ir pensando en regresar. Sin prisa pero sin pausa, así lo hacemos. Regresamos a Toulouse, al principio por la autopista A68, pero los últimos km nos salimos y cogemos la carretera D888.

Paramos en Castelmaurou, en un bar junto a la carretera. Tomamos algo en su terraza y continuamos. Hacemos otra parada un poco más adelante, para llenar el depósito de gasóleo. Y aun otra, ya en los suburbios de Toulouse, para comer algo que nos servirá de cena.

Al día siguiente debemos madrugar. Iniciaremos la cuarta y última etapa de nuestro viaje, con varias paradas. Nuestro destino: Andorra la Vella, la capital de los Pirineos. Hasta siempre, Albi!

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À bientôt, albi!
narbona

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8 comentarios en «Albi, la bella cuna de la herejía albigense»

  1. Estuve en Albi de paso, pero es sin duda una de las ciudades francesas que quiero explorar a fondo. Su catedral – solo la vi por fuera, era ya tarde y estaba cerrada – me dejó flipando, pero ya veo que tiene muchísimas cosas por ofrecer.

    Sin duda es uno de los lugares en Francia que deben visitarse.

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  2. Es una ciudad pequeña, y lo más importante está concentrado casi todo en el centro histórico. Nosotros estuvimos solamente una tarde, y tuvimos tiempo suficiente para verlo un poco por encima. Aunque lógicamente no tuvimos tiempo para todo, como visitar el interior del palacio de la Berbie o el museo Toulouse-Lautrec, por ejemplo. Seguramente la clave fue que no llevábamos ninguna idea preconcebida sobre la ciudad, por eso nos sorprendió tan positivamente. Creo que con un día entero sería suficiente para visitarla con más tranquilidad. Aunque tampoco sería una mala idea utilizarla como base para visitar los alrededores durante unos días. ¡Un saludo Marina!

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  3. Me ha encantado la entrada ¡De las que hay que guardar! Lo habéis explicado todo: guía de la ciudad, qué ver, dónde aparcar, sus historias, anécdotas y curiosidades,… ¡Magnífico!
    Por cierto, menos mal que el mundo es más grande que el que representa el Mapamundi de Albi, si no, nos lo ventilábamos en un suspiro jejejejejeje
    Me gusta que hayáis hecho referencia a las áreas de descanso de Francia. Son un gran logro, en mi opinión, para facilitar el turismo en el país. Nosotros no solemos viajar por autopista en Francia, que está muy bien si se trata de un «circuito cortito», pero lo bueno es que también las hay maravillosas en las carreteras secundarias ¡Son una comodidad, la verdad! Y si se viaja con niños, ofrecen muchas opciones para que estiren las piernas e, incluso, para que disfruten de sus parquecillos.
    Me ha encantado vuestra entrada ¡Gracias por toda la información!
    Un fuerte abrazo

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    • ¡Muchas gracias a ti por el comentario! A nosotros sí nos gusta mucho la autopista. Me parece que es una cuestión psicológica. En mi caso (obviamente cada persona es un mundo) creo que inconscientemente siempre he relacionado la autopista con «viajes largos». Quiero decir que aunque no siempre que voy por autopista es porque esté haciendo un viaje de placer, sí que siempre que hago un viaje (largo) de placer por carretera, eso que ahora llaman «road trip», acostumbramos a ir por mucho por autopista… Además, tienes áreas de servicio, áreas de descanso cada pocos kilómetros, cosa que te facilita mucho el viaje sin tener que desviarte de tu objetivo… En fin, no sé si me explico, jajaja!!
      Eso no quita que una vez instalados en el hotel, camping, apartamento, etc, nos guste mucho visitar lugares alejados del mundanal ruido y tomar carreteras secundarias, visitar pueblos desconocidos para nosotros, etc.
      Ya sabes que para gustos colores: ¡cualquier manera de viajar es buena, lo importante es viajar! ¡Saludos!

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