Rodemack siempre estuvo ligada a los avatares de su ciudadela, dominando el pueblo desde lo alto. Está calificada como “Les Plus Beaux Villages de France”, y eso la convierte en una visita imperdible en histórica región de Lorena.
Rodemack (Ruedemaachen en idioma fráncico lorenés) es un pequeño pueblo de Francia de poco más de 1.200 habitantes, ubicado en la histórica región de Lorena, en la zona conocida com Pays des Trois Frontières, cuyo epicentro son las localidades de Schengen (Luxemburgo), Perl (Alemania) y Apach (Francia). De hecho, Rodemack se encuentra a 6 km de Luxemburgo y a 20 km de Alemania.
Desde 1987, Rodemack se encuentra en la prestigiosa lista de Les Plus Beaux Villages de France (los pueblos más bellos de Francia), una garantía de que el lugar será bonito sí o sí. Se la conoce como la Petite Carcassonne Lorraine, debido al buen estado de sus murallas. Actualmente se conservan unos 700 metros de ellas, donde en algunos tramos incluso es posible pasear por su camino de ronda.
Contenido del artículo
- 1 Llegando a Rodemack
- 2 Breves apuntes históricos sobre Rodemack
- 3 Que ver en Rodemack
- 4 Porte de Sierck y la muralla
- 5 Iglesia de San Nicolás y la Maison des Baillis
- 6 Ciudadela de Rodemack
- 7 Capilla de Notre Dame
- 8 Callejeando hacia la Place de la Fontaine
- 9 Jardín Medieval
- 10 Festival Rodemack Cité Médiévale
- 11 Información útil
- 12 Tal vez te interese
👉🏽 Carcasona es Patrimonio de la Humanidad, además de un lugar de cuento de hadas de esos a los que siempre gusta volver. Un maravilloso ejemplo de cómo era una ciudad amurallada (llena de gente :-) en la Edad Media: ‘La Cité’ de Carcassonne, una ciudad de película única en Europa
Llegando a Rodemack
Visitamos Rodemack durante nuestra ruta en caravana por Francia, Luxemburgo, Países Bajos y Bélgica. Concretamente llegamos desde Alzingen (a 5 km de la ciudad de Luxemburgo), donde se encuentra el campig Bon Accueil, en el que pasamos un par de días antes de continuar el viaje. Apenas a 14 km, el camino hasta Rodemack discurre por carreteras secundarias, con bonitos y ondulantes paisajes de cultivos, vacas, caballos y verdes pastos como telón de fondo.
Accedemos a la villa por la carretera D57 – rue Mondorff donde encontramos un aparcamiento amplio y medio vacío, gratuito y apto para autocaravanas (esta es su ubicación). Era un dia de agosto, hacia de las cuatro de la tarde. Probablemente ese fue el motivo por el cual encontramos tantas plazas libres y poquísimos turistas, por lo que pudimos visitar el pueblo con absoluta tranquilidad.
Breves apuntes históricos sobre Rodemack
Su época de máximo esplendor fue en la Edad Media, aunque en los alrededores de Rodemack se han hallado restos de ocupación romana, sobre la que existe muy poca información. Históricamente, el lugar siempre fue estratégico por encontrarse en el camino que conectaba Metz y Thionville con Trier, en Alemania. Posiblemente ese motivo pesó en la decisión de los romanos de construir allí un castellum, un pequeño fuerte usado como torre de vigilancia.
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A principios de siglo IX, Luis el Piadoso donó el pueblo a la abadía de Fulda, en Alemania, aunque debido a su lejanía, posteriormente Rodemack fue donado a la luxemburguesa abadía de Echternach a cambio de otras tierras. Hacia 1190 Arnaud I, el primero de los señores de Rodemack, construyó una mansión feudal en el lugar del antiguo castellum romano, que fue ampliada y remodelada a lo largo de los siglos y el desarrollo de la villa.
Fue un territorio disputado por los margraves (marqueses) de Baden, los duques de Lorena, los franceses y el imperio español, al que Rodemack perteneció durante períodos intermitentes a lo largo de los siglos XVI y XVII. Devastada durante la Guerra de los 30 años y las guerras revolucionarias francesas, la historia de Rodemack siempre estuvo estrechamente ligada a la suerte de su fortificación, sufriendo los avatares de guerras, revoluciones e invasiones.
Que ver en Rodemack
Desde el aparcamiento de la rue Mondorff, paseando por la misma carretera, en menos de 1 minuto llegamos a uno de los lugares más típicos, pintorescos e ineludibles de Rodemack, que además es la puerta de entrada a su centro histórico: la Porte de Sierck. Atravesandola, accedemos a la Place de la Porte de Sierck, desde donde iniciamos el recorrido por el pueblo.
Porte de Sierck y la muralla
La Porte de Sierck, también llamada Porte de la Franchise, así como la muralla, fueron construidas por sus habitantes en el siglo XV. La puerta estaba defendida por las dos torres redondas que vemos actualmente. Como curiosidad, la bóveda que une las dos torres tuvo que ser destruida en 1944, durante la II Guerra Mundial, para permitir el paso de tanques estadounidenses. Posteriormente fue reconstruida en 1989.
Se conservan 700 metros originales de la muralla, aunque obviamente a lo largo de los siglos y las guerras ha tenido que ser reconstruida y restaurada en varias ocasiones. La muralla de Rodemack es la responsable de que el pueblo sea conocido como «La Carcasona de Lorena», aunque particularmente, tras haber estado en ‘La Cité’ de Carcassonne, una ciudad de película única en Europa varias veces, nos parece un apodo un poco exagerado.
Iglesia de San Nicolás y la Maison des Baillis
Siguiendo por la rue de l’Eglise, se llega enseguida a la Iglesia de San Nicolás. Data de 1783, edificada en el lugar de una antigua iglesia románica de 915, que se quedó muy pequeña para albergar a todos los feligreses. Su interior alberga la tumba del sacerdote Pierre Emeringer, impulsor de la construcción de la iglesia, y el mausoleo de Herman-Fortuné, uno de los últimos señores de Baden, y su esposa Marie-Sidonie de Daun, hija del Conde de Falkenstein.
La iglesia fue escenario de un terrible episodio en 1790. El 21 de diciembre de ese año, el templo acogió una asamblea para elegir al nuevo juez de paz. La extrema rivalidad entre el municipio de Rodemack y los pueblos vecinos motivó que uno de los candidatos falsificara su voto, provocando una batalla campal que provocó la muerte de un Guardia Nacional. La iglesia estuvo clausurada varios meses a raíz del suceso.
Siguiendo unos metros, se llega a la Place des Baillis. Allí encontramos la Maison des Baillis (casa de los alguaciles) también llamada petit château (pequeño castillo), un edificio de mediados del siglo XVI construido por Christophe II, marqués de Baden. Fue la residencia oficial del alguacil, el representante del señor feudal en Rodemack. Actualmente es un restaurante. En la misma plaza se hallan el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo.
Ciudadela de Rodemack
Apenas a 2 minutos de la Place des Baillis llegamos a la espectacular puerta del Parque de la Ciudadela de Rodemack, con la Torre Boncour y las dos Torres Gemelas dándonos la bienvenida. Atravesando estas últimas por un pasadizo abovedado, el camino conduce a la parte más alta de la ciudadela. La entrada es gratuita y la visita libre, y si tienes la misma suerte que nosotros, que estuvimos prácticamente solos, la visita resulta muy relajante.
A partir de su construcción en el siglo XII, la fortificación se fue transformando en un objetivo militar cada vez más importante, sobre todo a partir de la Guerra de los Cien Años. Acorde a los nuevos tiempos, a finales del siglo XVI se remodeló para dotarse de artillería, y en el siguiente se ampliaron y construyeron nuevos cuarteles para albergar más soldados, así como un polvorín y una capilla. Es la época en que se construyó la actual entrada con sus tres torres.
El principio del fin de la fortaleza se inició en 1815, durante las Guerras Napoleónicas. En esa época el comandante del castillo era el general Joseph Léopold Sigisbert Hugo. Efectivamente, el padre del gran escritor Victor Hugo. Ese año, los prusianos la sitiaron sin conseguir tomarla, sufriendo grandes pérdidas. Estos no olvidaron la derrota, y posteriormente, con la ciudadela bajo su control, ordenaron su desmantelamiento y la destrucción de todos los edificios militares en 1821.
Actualmente, poco queda de lo que antaño fueron cuarteles, polvorines y edificios militares. En 1869 el barón Charles de Gargan compró los restos de la ciudadela, ajardinándola y convirtiendo en vivienda particular el Pabellón de Oficiales, el polvorín en capilla y el antiguo establo en garaje. Hoy son los únicos edificios que quedan en la ciudadela, junto a sus murallas impresionantes y el gran jardín arbolado.
Vale la pena subir a la ciudadela, aunque en realidad no queden muchos edificios. Un paseo por las zonas ajardinadas, sus senderos entre los árboles y murallas, y las bonitas vistas sobre Rodemack y el paisaje circundante son motivos suficientes para visitarla.
Capilla de Notre Dame
Volvemos al pueblo saliendo de la ciudadela por el lado opuesto al que entramos. Bajando por la Montée du Château, un bonito camino adoquinado flanqueado por muros de piedra, se llega enseguida a la rue de Luxembourg, en la parte alta de Rodemack. Allí mismo se encuentra la capilla de Notre Dame, construida en 1658.
Existen varias hipótesis sobre el motivo de su construcción, la más legendaria la atribuye a un noble que escapó de sus perseguidores saltando con su caballo desde lo alto del promontorio donde se encuentra la capilla, salvando la vida. Aunque lo más probable es que la construyeran los mismos habitantes de Rodemack, en agradecimiento por el final de la guerra de los 30 años y la ruina y epidemia de peste que la acompañaron.
Callejeando hacia la Place de la Fontaine
Prácticamente ante la capilla de Notre Dame tomamos la rue du Général Simmer, que en suave descenso discurre hacia la Place de la Fontaine. Nada más empezar el paseo, nos topamos con varios edificios de colores ocres, en los que destacan llamativamente sus puertas y contraventanas de color azul. Entre ellos, con sus macetas y flores adornando la fachada, llama poderosamente la atención el que ocupa la Oficina de Correos (La Poste).
Otro pueblo francés que también cuenta con una oficina de correos realmente espectacular es Riquewihr, en la vecina Alsacia, también con la prestigiosa etiqueta «Les Plus Beaux Villages de France» Puedes ver una foto de ella en Riquewihr, la perla de la viña alsaciana.
En la casa que ocupa la oficina de correos nació el General François Martin Valentin Simmer, Barón de Wagram, al que está dedicada la calle. Entre sus muchas hazañas, participó en la invasión de España en 1810, la campaña napoleónica de Rusia de 1812 o en la famosa Batalla de Waterloo en 1815, resultando herido en 11 ocasiones. Su nombre aparece en uno de los Pilares del Arco del triunfo de París.
Todos los pueblos de la lista «Les Plus Beaux Villages de France» pueden tener más o menos monumentos, pero su característica principal y más apreciada es que se premia la belleza del conjunto. Así que por supuesto, Rodemack no es ninguna excepción, y callejear por su entramado urbano es algo que debe hacerse obligatoriamente, ya que es donde se encuentra su verdadera esencia.
En apenas un par de minutos llegamos a la Place de la Fontaine, donde se encuentra el Lavadero, en uso hasta la década de 1960. Frente a la entrada se encuentra un Bildstock, o pequeña escultura religiosa típica de la zona, que se ubicaba en los bordes de los caminos o en las fachadas de las casas. Desde allí nos dirigimos al Jardín Medieval, a dos pasos de la plaza.
Jardín Medieval
El Jardín Medieval está diseñado según un plano geométrico característico de la Edad Media. Se divide en cuatro zonas: plantas medicinales (tomillo, verbena, melisa, etc), plantas para uso en la cocina, plantas alimenticias y por último flores y plantas ornamentales. No es demasiado grande, y a no ser que seas un gran aficionado a la jardinería, se ve rápido.
No estuvimos en su interior, ya que la temática no nos apasiona excesivamente e íbamos algo justos de tiempo. Pero lo vimos desde lo alto de la muralla, accediendo a la misma por unas escaleras que suben al camino de ronda. Este tramo de muralla se encuentra en la rue du Four Banal, a un minuto de la Place de la Fontaine.
Festival Rodemack Cité Médiévale
El último fin de semana de junio tiene lugar la fiesta medieval Rodemack Cité Médiévale en Fête. Durante dos días, el pueblo se transforma y se llena de actividades como un mercado medieval, actuaciones callejeras de malabaristas, halconeros, bufones, exhibiciones de caballería, cuentacuentos, zancudos; espectáculos de fuego, bailes y desfiles medievales o una gran comida medieval el domingo. Si tu visita coincide con esas fechas, no te lo pierdas.
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Información útil
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