Mark Adams consiguió que cuando servidor acabó de leer Dirección Machu Picchu le asaltara un deseo irrefrenable de hacer las maletas y salir pitando hacia el Machu Picchu, el Valle de Urubamba o lo que se terciara. El libro relata el viaje que el autor, editor de una revista de viajes, emprende en Perú. Y lo hace siguiendo los pasos de Hiram Bingham, el «descubridor» de Machu Picchu cien años atrás.
A su vez, Mark Adams se revela un ejemplo muy inspirador para todo aquel que desee emprender una aventura semejante por primera vez. Antes de iniciar el viaje, ni tan solo sabía montar una tienda de campaña. Así que para alivio de muchos, Adams demuestra que hoy en día, esta aventura es accesible para casi todo el mundo. El «truco» está en acudir a la persona (o agencia de viajes) adecuada. Y por supuesto, informarse bien del fregado donde uno pretende meterse.
En este caso, el autor de Dirección Machu Picchu acude a John Leivers, un veterano aventurero australiano con cierto parecido a Cocodrilo Dundee. De él se dice que ha pasado más tiempo caminando en los Andes que la mayoría de las llamas. Aunque no se señala específicamente en el libro, se desprende que Leivers trabajaba, o al menos colaboraba, con la agencia de viajes Amazonas Explorer. Aunque solo es una conjetura.
Sea como sea, después de comprar provisiones, alquilar una cuantas mulas y contratar ayudantes, la expedición sale de Cuzco. El experimentado John Leivers es el guía. Afortunadamente, muchos de los senderos que recorrió Bingham aún se pueden recorrer casi en las mismas condiciones que él lo hizo en 1911, buscando una supuesta ciudad perdida de los incas.
La expedición viaja en dirección a Vitcos y hacia la cuenca del Amazonas hasta llegar a Vilcabamba. Siguiendo la ruta de Bingham, pasan por Choquequirao, Puquiura y Concevidayoc. Luego se dirigen hacia Llactapata, Aguas Calientes y finalmente Machu Picchu. Como curiosidad, durante el camino uno de los porteadores sufre un accidente, y recibe la atención de una médico de Barcelona que casualmente se encontraba cerca de allí.
«En primer lugar, sentí un par de dolorosos pellizcos alrededor de mis tobillos. Después unos cuantos más en las manos, espalda y cuello. En el lapso quizá de cinco segundos, estaba totalmente invadido por una nube de diminutos y negros insectos mordedores del tamaño de un alfiler. […]
En sus páginas hallamos numerosas aportaciones históricas sobre la conquista de estas tierras por los españoles. Cuando estos llegaron, los incas se encontraban inmersos en graves conflictos bélicos entre ellos. Este hecho tal vez les llevó a subestimar la amenaza de Pizarro y compañía. También da cuenta del triste final de los reyes incas Atahualpa, Manco Inca o Tupac Amaru, perseguidos y ejecutados por los conquistadores.
Se cita a estudiosos, historiadores, exploradores o conquistadores del peru y/o de Machu Picchu, muy útiles si nos interesa profundizar en el tema. Charles Wiener, Johan Reinhard, Fray Antonio de la Calancha, Vincent Lee, William Prescott, Gene Savoy, Martín de la Murua, Hugo Thomson, Clemens Markham, Juan de Betanzos, Inca Garcilaso de la Vega, etc.
La lectura resulta muy amena. Adams describe con gran realismo lo que los viajeros van viendo y encontrando a su paso. La selva nubosa peruana, la lluvia, los suelos resbaladizos, las serpientes y otros animales y plantas no demasiado amistosas… Paralelamente a su propio viaje, el autor nos cuenta las peripecias de Hiram Bingham en el suyo, cien años atrás.
«El resto de aquella tarde lo pasamos bajando por una escalera inca de 3.500 escalones de piedra de una altura considerable, que descendían casi un kilómetro y medio en dirección a Vitcos. Con cada largo paso hacia abajo, el aire parecía calentarse un poco más, y la ligereza alpina dió paso a la humedad amazónica. El terreno fuera del camino era como un paño verde y húmedo, permanentemente empapado por el río que serpenteaba por el valle».
Al finalizar el libro, a uno le queda la edificante sensación de haberse familiarizado con nombres como Valle de Urubamba, el Camino Inca, Ollantaytambo, Inca Tambo, Sacsahuaman, Llactapata, Choquequirao, Aguas Calientes, Huayna Picchu, Patallacta, Salcantay, Wiñay Wayna, …
Dirección Machu Picchu, redescubriendo la ciudad perdida de los incas, no tiene desperdicio. Tiene todos los ingredientes de un gran libro de viajes. Es ameno, instructivo, a veces divertido y de fácil lectura. Por cierto, leyendo el libro me enteré de que el famoso personaje cinematográfico de Indiana Jones está inspirado en el descubrimiento de Hiram Bingham de Machu Picchu. Sin ninguna duda, un libro indispensable si estamos pensando en viajar a esa parte del mundo, y muy recomendable aunque no nos vayamos a mover del sillón de casa.
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