3 días en Narbona, la tranquila y bella ciudad archiepiscopal

Narbona fue la base de operaciones de la primera etapa de nuestro road trip por el sur de Francia. Una ciudad tranquila y amable, atravesada por el canal de la Robine y con muchas cosas interesantes que ver

narbona narbonne

Por fin, Narbona (Narbonne). Esta ciudad del departamento de Aude fue la base de operaciones de esta primera etapa de nuestro Road Trip por Occitania. Aquí estuvimos tres días y tres noches. Mi hijo y yo estrenamos en Narbona la modalidad Airbnb. Una forma de viajar que hasta ahora no habíamos experimentado. Como seguramente ya sabes, se trata de alojamientos privados, de particular a particular.

El apartamento, en pleno centro histórico de la ciudad, nos salió por 128,92 euros (tres días y tres noches). En estos tres días, además de visitar la ciudad, desde Narbona nos desplazamos a la Reserva africana de Sigean: La sabana en Occitania, a la ciudad medieval de Béziers y al pueblecito turístico de Gruissan. Y como no, cenamos en Les Grands Buffets, uno de los restaurantes más famosos de Europa.

Narbona foto Ben Lescure Pixabay .
Pont des Marchands y canal de la Robine, en Narbona. Imagen de Ben Lescure / Pixabay. (Foto de cabecera).

Llegada al alojamiento de Airbnb

Llegamos a Narbona hacia las 14h. Aunque por el camino paramos en Castelnou, un bonito pueblo medieval en Occitania, y en la Fortaleza de Salses, una obra maestra de la arquitectura militar, llegamos antes de la hora prevista. Así que enviamos un mensaje a nuestro anfitrión de Airbnb, avisándole de nuestra llegada.

En Airbnb, todos los mensajes entre el anfitrión y los huéspedes los realizamos mediante la aplicación de mensajería de la misma plataforma. Así queda constancia de todo, para bien o para mal.

El apartamento se encuentra en pleno centro histórico. En la rue Benjamin Crémieux. Al lado de la Place des Quatre Fontaines (Plaza de la Cuatro Fuentes). Y a cuatro pasos del famoso Pont des Marchands (Puente de los Comerciantes), el mercado —Les Halles— y el canal de la Robine, que atraviesa la ciudad. Vaya, que estamos en el corazón de Narbona. Como nuestro anfitrión no nos esperaba tan pronto, aparcamos cerca y vamos a tomar algo para matar el tiempo mientras llega.

mercado municipal Les Halles
Nuestra primera foto en Narbona. Nos sentamos en la terraza de un bar para tomar algo mientras esperábamos a nuestro anfitrión. Lo único que tomamos fue esta foto del mercado municipal Les Halles, ya que no salió nadie a atendernos y al rato nos fuimos.

Tal como habíamos acordado, al cabo de una media hora llega el anfitrión. Nos saludamos y nos presentamos. Él no habla nada español, y mi francés es de párvulos. Y eso que cuando iba a la escuela estudiaba francés. Mi hijo ni eso, ya que en el cole les enseñan inglés. Aun así, con buena voluntad, más o menos nos entendemos, y subimos al apartamento.

Después de enseñarnos el piso y cuatro explicaciones básicas —ubicación de los utensilios esenciales, clave wifi, donde dejar las llaves cuando nos vayamos, etc—, nos despedimos y nos deja solos.

Primer contacto con Narbona

Dejamos las maletas y los bártulos en el apartamento y salimos a dar una vuelta. El canal de la Robine atraviesa la ciudad, y la divide en dos. También el centro histórico. Nuestro apartamento está ubicado en la parte oeste del canal, y es esta la que primero visitamos.

Pronto nos encontramos con la iglesia gótica de Notre-Dame-de-Lamourgier, que alberga el Museo Lapidario. En el interior de esta iglesia desacralizada, se exponen antiguos bloques de piedra, tallados y esculpidos. Proceden de monumentos públicos y funerarios de las antiguas fortificaciones del siglo XVI. El museo tiene los días contados, ya que está previsto que este mismo año las colecciones sean trasladadas al nuevo Museo Regional de la antigua Narbonense (Narbo Via).

Iglesia de Notre-Dame de Lamourguier y Museo Lapidario de Narbona.
Pared exterior de la iglesia de Notre-Dame de Lamourguier y Museo Lapidario de Narbona.

Al lado de la iglesia se encuentra Les Halles, el mercado cubierto. Abre solamente por las mañanas, de 7 a 13h, y bueno, en su interior encontramos todo lo que cabe esperar de un mercado de estas características. Más de 70 paradas de alimentación de todo tipo: pan, carne, delicatessen, bares, tapas, pescado, etc etc.

Como el mercado se encuentra en el límite sur del centro histórico, damos la vuelta y nos dirigimos hacia el norte, siempre en el lado oeste del barrio (el lado izquierdo del canal, mirando al norte).

Pasamos al lado de la Iglesia de los Agustinos, y un poco después, por la Casa de las Tres Nodrizas. Llegamos hasta la Basílica de Saint Paul, la primera iglesia gótica de Narbonne y una de las más antiguas del sur de Francia. Se edificó en 1180 sobre la tumba del primer obispo de Narbonne, San Pablo.

Basílica de Saint Paul de Narbona
Basílica de Saint Paul de Narbona

La Place des Quatre Fontaines

Finalmente, ya de vuelta hacia el apartamento, tomamos algo en la Place des Quatre Fontaines, plaza que debe su nombre a la fuente con cuatro caños que la preside. No es el monumento más bonito de la ciudad, ni el lugar más visitado. Pero por su proximidad a nuestro alojamiento, esta plaza se convirtió en nuestro lugar de descanso ocioso durante nuestra estancia en Narbona.

Le acabamos cogiendo cariño. Cada tarde o noche, al acabar la larga jornada, acabábamos aquí para tomarnos algo y relajarnos después de un largo día de turisteo. Un helado o una Orangine para mi hijo; un café o una cerveza bien fría para mí. Y luego a cenar y a dormir.

Place des Quatre Fontaines
Place des Quatre Fontaines

Segundo día en Narbona

El segundo día de estancia en Narbona, prácticamente no estuvimos en la ciudad. Por la mañana visitamos la Reserva Africana de Sígean. Por la tarde nos acercamos a Béziers (ver post: Béziers «¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!»). Solamente estuvimos en Narbona a partir del anochecer. Durante nuestra estancia se celebraba Les Barques en scène, un festival musical.

Esa noche actuaba el cantante francés Dany Brillant. Ambos lados del canal rebosaban de animación y ajetreo. El Cours de la République —el lado este del canal— estaba repleto de paradas de comida y bebida, y las terrazas de los cafés y restaurantes llenas de narbonenses. En el lado oeste del canal —Cours Mirabeau— estaba instalado el escenario y el espacio para acoger al público.

Cours de la République, Narbona
Cours de la République, el lado este (derecho) del canal (mirando hacia el norte).

Mañana debemos madrugar, así que vamos a dar un paseo por el animado canal y alrededores. Acompañados por la música de Dany Brillant, cuyo concierto estaba en pleno apogeo, nos metemos por entre las decenas de chiringuitos instalados en el Cours de la République. Compramos un helado, y paseando cruzamos el canal por el Pont des Marchands.

Cours Mirabeau. Al fondo, el escenario donde actuaba Danny Brillant.
Cours Mirabeau. Al fondo, el escenario donde actuaba Danny Brillant.

Llegamos a la Place des Quatre Fontaines, última parada antes de irnos a dormir. Nos sentamos en la terraza de la Brasserie des 4 Fontaines. A decir verdad el único que se sienta soy yo. Mi hijo Julià no para de jugar, correteando de un lado a otro por la plaza. Mientras tomo una cerveza muy fría, le contemplo, sonriente. De vez en cuando me mira, como preguntando si puede seguir jugando. Con la mirada tiene suficiente para saber que sí, que puede seguir corriendo y disfrutando. La plaza es pequeña, peatonal y segura. Él es feliz, y yo también. La vida siempre debería ser así.

Tercer día en Narbona

Tercer y último día en Narbona. Mañana nos vamos de la ciudad, así que hoy lo dedicamos casi completamente a visitar lo que nos queda por ver. Que es mucho. Para empezar, volvemos a la Oficina de Turismo. El primer día hicimos una escapada hasta allí para pedir algún mapa y poca cosa más. Está cerca, en el otro lado del canal.

Concretamente en la céntrica rue Jean Jaurès, a dos pasos de la plaza del Ayuntamiento. Hoy nos entretenemos un poco más. Preguntamos por horarios de los monumentos, pedimos mapas y folletos, y preguntamos todo lo que se nos ocurre. Aquí hablan español, y lo aprovechamos.

Nos dirigimos hacia la Plaza del Ayuntamiento (Place de l’Hôtel de ville). Allí se encuentran algunos de los monumentos más famosos de Narbonne: El Palacio de los Arzobispos, la Catedral de San Justo y San Pastor y la Vía Domitia. Además, el Museo Arqueológico y el Museo de Arte.

Oficina de Turismo de Narbona.
Oficina de Turismo de Narbona.

La Vía Domitia

Narbona no tiene un legado romano tan importante como Lyon (Lyon, entre las 3 grandes de Francia), ni mucho menos como Tarragona (Tarragona: Tarraco Scipionum opus), pero todavía conserva algún que otro rastro de aquella Narbo Martius que los romanos fundaron en 118 a. C.

Concretamente, un pequeño pedazo de la Vía Domitia, el antiguo camino romano que conectaba Roma con Hispania. Narbona fue la primera colonia romana en Galia, fundada en el año 118 a. C., y capital de la provincia de Gallia Narbonensis.

La Vía Domitia fue la primera calzada romana construida en la Galia. Al cruzar los Pirineos la Vía Domitia se transformaba en la Vía Augusta, que llegaba hasta Cádiz.

El pequeño tramo de la Vía Domitia que se conserva en la plaz del Ayuntamiento de Narbona.
El pequeño tramo de la Vía Domitia que se conserva en la plaza del Ayuntamiento de Narbona. Normalmente se ve más despejado, en esta ocasión a su alrededor se había montado un chiringuito gigante de comida y bebida.

El Palacio de los Arzobispos

El Palacio de los Arzobispos de Narbona es uno de los principales monumentos de la ciudad, de visita obligada. En realidad, es un conjunto monumental. Se encuentra en la Plaza del Ayuntamiento. Incluye el Palacio Viejo (Palais Vieux) de origen románico, las torres de la Madeleine y San Marcial, y el Palacio Nuevo (Palais Neuf), sede del ayuntamiento. Además, el museo de Arte, el museo arqueológico y la catedral de San Justo y San Pastor.

Palacio de los Arzobispos de Narbona.
Palacio de los Arzobispos de Narbona. A la izquierda, el gran torreón Gilles Aycelin, y a la derecha, la Torre de la Madeleine. A la derecha de la Torre de la Madeleine se adivina el Passage de l’Ancre.

Para acceder a ciertas partes del palacio hay que pagar. 6 euros la entrada de adultos, y creo que mi hijo también pagó, pero no estoy seguro. Vale la pena, porque el conjunto monumental es bastante grande y bonito de visitar. La entrada principal se encuentra en la puerta situada entre el torreón Gilles Aycelin y la Torre de la Madeleine.

Desde la Torre de la Madeleine accedemos a la pequeña tienda, al torreón y al Patio de Honor, donde podremos adquirir las entradas. A este patio también podemos acceder desde una puerta lateral en el interior del Passage de l’Ancre.

Patio de Honor Palacio Arzobispal Narbona
Patio de Honor del Palacio Arzobispal.
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El Pasaje del Ancla (Passage de l’Ancre). Se accede desde la misma Plaza del Ayuntamiento y por el llegamos diversas dependencias del palacio. Entre ellas, al Patio de Honor, donde podemos informarnos y comprar las entradas.

El torreón Gilles Aycelin

Se trata de una imponente torre cuadrada de 42 metros de altura. El arzobispo Gilles Aycelin la hizo construir en un de los ángulos del Palacio nuevo. Se acede a ella a través de la pequeña tienda que se encuentra nada más entrar por la puerta principal del palacio, a la izquierda.

Para llegar hasta arriba de todo, deberemos subir la escalera de caracol de 162 escalones. A lo largo de la escalera encontramos diversas estancias. Una vez arriba, podremos disfrutar de unas panorámicas fantásticas de la ciudad.

Vista del canal de la Robine y parte de la ciudad, desde lo alto del torreón Gilles Aycelin.
Vista del canal de la Robine y parte de la ciudad, desde lo alto del torreón Gilles Aycelin.

Las colecciones de arqueología y arte

El Palacio Viejo conserva diversas salas medievales con su decoración excepcional, además de albergar el Museo de Arqueología. Por su parte, el Palacio Nuevo acoge las antiguas dependencias de los arzobispos, así como diversas colecciones de cerámica, pintura y mobiliario. En el recorrido descubriremos la Sala de Audiencias, la Cámara del Rey, la Gran Galería o el Comedor Arzobispal.

Nuestro paso por algunas de sus salas fue bastante fugaz. Como es natural, a mi hijo Julià algunas de las colecciones le interesaban más bien poco. Y como quedaba mucho por ver, no pude contemplar muchas de sus obras con el detenimiento que merecen. Aun así, vale la pena verlo, aunque sea para hacerse una idea de como eran las dependencias arzobispales en todo su esplendor.

Una de las salas del Palacio Nuevo
Una de las salas del Palacio Nuevo.

El Claustro y el jardín del Arzobispado

Cuando estuvimos, el Claustro de San Justo estaba en plena rehabilitación, lleno de andamios. Se trata de una construcción gótica cuyas obras empezaron en 1349. El jardín es de principios del s.XVII, y se construyó encima del foso de la antigua muralla.

Descubrimos el Claustro y el jardín por casualidad, antes de adquirir la entrada para visitar el conjunto monumental. Paseando por los alrededores del palacio y la catedral, accedimos al jardín por la calle Gustave Favre, o sea por la parte de atrás del palacio. Desde el jardín pudimos acceder al Claustro.

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Parte posterior del Palacio de los Arzobispos, donde se encuentra el jardín y una de las entradas al Claustro de San Justo.

La catedral de San Justo y San Pastor

La catedral de Narbona tiene una historia un tanto peculiar, ya que nunca fue concluida. Se inició en 1272, sobre una antigua iglesia que se ubicaba en ese mismo lugar. Las obras duraron hasta finales de 1340. Para entonces ya estaba construido todo lo que se ve en la actualidad.

En ese momento, para continuar debían demoler parte de la muralla, de origen romano. Pero el consejo municipal se opuso, argumentando que la muralla aun podía ser útil. Así se originó un pleito entre la iglesia y los cónsules de la villa.

Catedral de San Justo y San Pastor de Narbona.
Catedral de San Justo y San Pastor de Narbona.

En 1353, Eduardo de Woodstock, más tarde conocido con el Príncipe Negro, atacó la ciudad. La muralla demostró ser una gran defensa, con lo que la cuestión de demoler parte de la muralla quedó olvidada. La inacabada catedral conserva un coro espectacular que, con sus 41 metros en la bóveda, es el coro gótico más alto del sur de Francia.

En la parte de atrás de la catedral, por la calle Gustave Favre, contemplamos el patio de Saint Eutrope, una especie de plazoleta donde debía estar una de las naves —el crucero— de la inacabada catedral.

Una parte de la catedral inacabada, en el patio de Saint Eutrope,
Patio de Saint Eutrope. Estas son de las últimas construcciones de la catedral, antes de que las obras se detuvieran. Se trata de las partes inferiores del brazo norte del crucero, empezadas en 1340 y nunca acabadas.

Por cierto, los santos Justo y Pastor fueron unos mártires hispano-romanos, ejecutados en el año 304 en Alcalá de Henares. Justo y Pastor, que tenían 7 y 9 años respectivamente —por eso también se les conoce como los Santos Niños— se negaron a abjurar del cristianismo. Ni corto ni perezoso, el prefecto de la ciudad Daciano los mandó ejecutar.

El Puente de los Comerciantes (Pont des Marchands)

Una de las estampas mas típicas y famosas de Narbona es la del Puente de los Comerciantes (Pont des Marchands). Nos lo encontramos multitud de veces durante nuestra estancia, ya que nuestro alojamiento se encontraba muy cerca. Lo cruzábamos cada día varias veces, ya que era el camino más corto para pasar de un lado a otro del canal de la Robine, por la rue du Pont des Marchands.

Pont des Marchands y canal de la Robine, en Narbona
Pont des Marchands y canal de la Robine, en Narbona. A pesar de que lo intenté, ninguna foto me quedó tan bonita como esta, de Pixabay.

Es de origen romano, construido entre la antigua ciudad romana de Narbo Martius y la antigua villa medieval, en la orilla este. Por el pasaba la Vía Domitia. Tuvo seis o siete arcos, de los cuales hoy solamente se ve uno. ¿Y que tiene tiene de especial este puente? Pues que es el único puente habitado en Francia, junto con el de Rohan, en Landerneau.

Rue du Pont des Marchands (calle del Puente de los Comerciantes), en Narbona.
Rue du Pont des Marchands (calle del Puente de los Comerciantes), en Narbona.

Los puentes habitados eran comunes en la Edad Media. Fueron desapareciendo con el paso de los siglos por causas diversas: incendios (eran de madera), accidentes fluviales (las barcas chocaban con las pilonas), inundaciones, etc. Con el tiempo, la reestructuración de los centros urbanos de las ciudades y los nuevos puentes de piedra, cayeron en desuso. Hoy en día solo existen unos pocos puentes habitados en Europa.

El canal de la Robine

El canal de la Robine es el centro neurálgico de Narbona. Alrededor de su omnipresente presencia se encuentra el centro histórico, y en sus márgenes dos de las principales arterias de la ciudad —Cours Mirabeau y Cours de la République. Por él discurre el rio Aude, conectándolo con el mar Mediterráneo. El canal de la Robine es una rama lateral del canal du Midi, declarado en su conjunto patrimonio mundial de la Unesco.

Canal de la Robine Narbona Narbonne
Canal de la Robine. Al fondo, el Puente de los Comerciantes (Pont des Marchands). A la derecha, el Cours de la République y el torreón Gilles Aycelin. A la izquierda, el Cours Mirabeau.

Fue construido en 1686. Los narbonenses no quisieron quedarse al margen del éxito comercial que estaba teniendo el canal du Midi. Así que construyeron este canal para conectar Narbona con aquella vía fluvial.

Tiene una longitud de 32 km, desembocando al Mediterráneo en Port-la-Nouvelle. A lo largo de su curso se encuentran trece esclusas. Ver el paso de las barcas por ellas es toda una experiencia, y una muestra de la genialidad humana para superar dificultades.

Canal de la Robine, en Narbona.
Canal de la Robine, en Narbona.

Tuvimos la suerte de estar en una de esas esclusas justo cuando llegaba una barca. Concretamente en la que está justo detrás de la Oficina de Turismo de Narbona, en la calle Jean Jaurès. Pudimos ver su paso por la esclusa, superando los desniveles del canal. Una auténtica obra maestra de ingeniería… ingeniosa.

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Paso de una barca por una de las esclusas en el canal de la Robine, en el centro de Narbona.

Más cosas que ver en Narbona

Con tanto ajetreo, no nos dio tiempo de ver todo lo que se debería ver en Narbona. Nos faltó visitar la casa natal de Charles Trenet (1913-2001), un famoso compositor y cantante francés nacido en Narbona. Está considerado por algunos como el padre de la canción francesa. ¿Como, que aun no sabes quien es? A ver, si escuchas esta canción a lo mejor te suena:

Pero bueno, al menos podemos decir que sabemos donde vive Charles Trenet: Pasamos por delante de su casa con el tren turístico. Otras cosas que no pudimos visitar por falta de tiempo fueron la Mediateca, la plaza del Forum, o la iglesia de Saint-Sebastien, aunque también pasamos por delante de algunas de ellas con el tren turístico. Pero sin duda, lo que más me dolió fue no ver el Horreum, unas galerías subterráneas romanas del s.I a.C. Otra vez será.

Últimas horas en Narbona

Después de comer, nos acercamos a Gruissan, una pequeña localidad turística a 15 minutos de Narbona. Poco antes de llegar, nos recibe una imagen idílica: Un gran lago, con el pueblo al fondo. Paramos a hacer una foto. Se trata de uno de los cinco lagos de GruissanLes étangs de Gruissan—. El pueblo, pues para mi gusto demasiado turístico para lo pequeño que es. Demasiados bares, terrazas y turistas. Sí, ya se que nosotros también somos turistas…

Una calle de Gruissan.
Una calle de Gruissan.

Hacia las siete de la tarde nos vamos de Gruissan. Tenemos reservada la cena en Les Grands Buffets: un paraíso gastronómico en Narbona. Había leído tanto y tan bueno sobre este buffet libre, que quise experimentarlo junto a mi hijo. Resumiendo, fue lo que esperaba. Todo delicioso, al precio previsto.

Después de cenar, como que era el último día en Narbona, tiramos la casa por la ventana. Volvimos a Gruissan, donde se encuentra el parque de atracciones Pira’t Park. Se trata de un parque de atracciones de los de toda la vida. Con su noria, coches de choque, barcas de choque, túnel del terror, chiringuitos de tiro con escopeta de balines, etc etc etc. Nada del otro mundo para mí. Para Julià, el paraíso.

Cuando llegamos al apartamento ya son casi las dos de la noche. Nos vamos directamente a dormir. Mañana nuestro viaje continua. La segunda etapa será ‘La Cité’ de Carcassonne, una ciudad de película única en Europa.

Hasta siempre, Narbona

Narbona ocupa ya, si duda, un lugar importante en nuestras vidas. Fue la primera ciudad extranjera en la que mi hijo y yo «vivimos» durante tres días. Nunca antes habíamos salido de España juntos. Podría haber sido cualquier otra ciudad de Francia, de Europa o del mundo. Pero fue Narbona. Y eso ya es para siempre.

Una ciudad de proporciones muy humanas. Tranquila, bonita y amable. Nos lo puso muy fácil. Narbona es perfecta para conocerla paseando; tiempo después estuvimos 2 días en Chalon-sur-Saône, que nos recordó mucho a Narbona por su tamaño, tranquilidad y facilidad para visitarla. Au revoire, Narbonne!

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